Capítulo 4: Lo que aprendí cuando acepté que no lo sabía todo
Mi transformación personal: el origen interno de todo
Durante muchos años, viví en lo que hoy reconozco como soberbia intelectual. No me interesaban los libros de desarrollo personal, ni los podcasts de crecimiento, ni los programas de mentoría.
Sentía que me las sabía de todas, todas. Que la única forma legítima de aprender era desde la prueba y el error. Y aunque esa mezcla de intuición, curiosidad y resiliencia me funcionó en más de una ocasión —y me permitió levantarme de fracasos duros— también me mantuvo atrapado en un ciclo constante de esfuerzo desorganizado y dirección difusa.
Todo comenzó a cambiar con una imagen que recibí por WhatsApp. Era finales de 2023. Mi papá me escribió: “Mira con quién estoy en el rancho”. Se refería a San Martín, su rancho en las faldas del Iztaccíhuatl, donde recibe visitantes para conectarse con la naturaleza y aprender sobre la destilación de aceites esenciales.
En la foto aparecía con un hombre que, por un instante, pensé que era un primo que hace tiempo no veo.
Le pregunté: “¿Es Jerónimo?”
Y me respondió: “No, es el Oso Trava.”
—¿Quién es el Oso Trava? —le pregunté.
—Un podcaster. De hecho, entrevistó a tu amigo Ricky Amper, - me dijo y me recomendó buscarlo en Spotify.
Escuché ese episodio sin mucha expectativa. Ricky Amper es uno de mis mejores amigos de la infancia y alguien a quien admiro profundamente por lo que ha construido con su startup de tecnología, Incode, una de las pocas en México que ha alcanzado el estatus de unicornio. En ese momento, yo también estaba en “modo founder” con mi propia startup tecnológica, así que escuché con atención. Pero lo que me sorprendió no fue solo lo que dijo Ricky, sino el formato, la energía y la claridad con la que Oso Trava guiaba la conversación. Lo comencé a seguir.
Al finales del 2023, Oso promocionó un reto digital para arrancar el 2024 llamado Gana tu Mañana. Un poco bajo el concepto del que madruga, Dios le ayuda. Me llamó la atención sobretodo para entender como estaba operando este tipo de productos digitales y para investigar que herramientas estaba utilizando para ello. Me inscribí.
Mas allá de documentar su flujo de trabajo como creador, entre múltiples herramientas con sus bondades y limitaciones, ahí empecé a aprender cosas que nunca había considerado importantes: el poder de la respiración, el impacto de los hielos, la importancia del sueño de calidad, la conexión entre disciplina, intención y bienestar, durante 10 días de levantarme a las 5.30am para conectarme con más de 60,000 personas vía Zoom y Facebook Live. Mas allá de las razones originales por las cuales me inscribí a ese reto, por primera vez, algo dentro de mí se abrió a un mundo que había ignorado por años.
A partir de ahí, seguí explorando su contenido. Y fue en uno de sus episodios donde escuché una idea que se repetía como mantra entre sus invitados: “Consigue un mentor. Trabaja con un coach.”
Eso me llevó a tomar una decisión importante: buscar acompañamiento profesional. Y como la vida es así de mágica, decidí contactar a Albino Sánchez —coach profesional y, curiosamente, cuñado de mi amigo Ricky. Lo conocía de hace tiempo y sabía que él había vivido en primera fila el camino del emprendimiento tecnológico en Palo Alto, California, el corazón de Silicon Valley, a donde yo quería llegar con mi startup. Sentí que era el indicado.
Comenzamos a trabajar juntos en abril de 2024. Yo llegué, de nuevo, con una intención inicial clara: tener a un “insider” que me ayudara a validar mi visión como founder. Que me diera los “tips” que me sirvieran para llegar con los aprendizajes de lo transitado por Ricky.
Pero me encontré con algo mucho más valioso. En nuestras primeras sesiones, Albino me llevó a descubrir cosas que nunca me había permitido ver. Me aplicó el perfil DISC, analizamos mis saboteadores, y me puso a trabajar con herramientas como el IKIGAI, ejercicios de introspección, tareas de lectura y reflexión que —al principio— hice por compromiso, y después, con hambre real.
Fue Albino quien me hizo ver algo que hoy me resulta obvio: tenía muy claro el qué, el cómo y el para quién de mi proyecto… pero no tenía claro el por qué. Estaba construyendo algo técnicamente viable, incluso admirable, pero sin estar verdaderamente alineado con mi propósito profundo.
A medida que avanzaba el coaching, algo empezó a transformarse. Ya no estaba acumulando más información como antes. Esta vez, algo se estaba integrando. Estaba teniendo varios “Aha! Moments” Y eso lo confirmé meses después, cuando decidí invertir en mí mismo de forma radical y asistir al evento Business Masters Live con Oso Trava en octubre de 2024.
Ahí todo se aceleró.
La intensidad del evento, la calidad de los speakers, las conversaciones, las conexiones… me llenaron de ideas, pero también de confusión. Era como si tuviera en las manos todas las piezas de un rompecabezas, pero ninguna instrucción para armarlo. Entendí que lo que necesitaba no era más inspiración, sino una pausa para integrar.
Por eso, días después, tomé la decisión que cambiaría el rumbo de todo: irme cinco días a las montañas del San Bernardino National Forest, en Idyllwild, California. EL objetivo era terminar de leer los libros que entre recomendaciones recientes y tareas de mi coach no había terminado, paginas y paginas de notas de apuntes del BML que tenia que ordenar antes de que se empezara a esfumar la frescura de esos aprendizajes, etc… Me desconecté del mundo. Apagué el ruido. Me llevé solo mis notas, mis libros inconclusos, mis pensamientos, mi cuerpo y mi intuición.
Ahí, en medio de ese silencio, todo cobró sentido. Nació CREATE. No como una estrategia de negocio, sino como un marco que organizaba mi propia transformación. Una forma de entenderme, de reconstruirme y, eventualmente, de compartir lo que había descubierto.
Y para sellar ese momento, me tatué. En el mismo brazo donde ya tenía el símbolo de mis cuatro hijos y yo, grabé siete palabras que hoy definen todo lo que hago:
CREATE
Clarity | Resilience | Execution | Authenticity | Transformation | Empowerment
Ese fue el verdadero comienzo.
No el MVP.
No la plataforma.
No el negocio.
El verdadero comienzo fue aceptar que el camino que había ignorado por años —el del autoconocimiento, el propósito y la expansión personal— era exactamente el camino que necesitaba transitar.
Desde ahí, todo empezó a fluir.
El impulso creativo y el tropiezo tecnológico
Durante ese mismo periodo de transformación personal, también estaba en plena ejecución profesional. En paralelo al proceso de coaching y autoconocimiento que vivía con Albino, venía trabajando intensamente en el desarrollo de una plataforma tecnológica para creadores de contenido. Un proyecto que había ideado con emoción y con la convicción de que podía resolver problemas reales de una industria que conocía desde adentro.
No era una ocurrencia repentina. Llevaba casi dos años cocinando el concepto, escribiendo el whitepaper de la startup, diseñando las funcionalidades del MVP con mi equipo de UX/UI, sumando talento, validando ideas con usuarios potenciales y soñando con construir una herramienta que ayudara a los creadores a convertirse en empresarios digitales con estructura.
Era una visión ambiciosa, sí, pero nacía del corazón. Quería retribuir con tecnología todo lo que yo había aprendido a lo largo de los años como emprendedor, comunicador, estratega y creador. Y sentía que tenía el equipo correcto para lograrlo.
Pero había una duda que no dejaba de resonar en mi mente.
Durante el evento Business Masters Live, le compartí a Oso Trava —en un espacio casual— la idea de la plataforma, le mostré mi prototipo con su imagen. Su respuesta fue breve, directa y se me quedó clavada:
“Mejor a eso no le entres. Hay muchas plataformas, pero ninguna resuelve los verdaderos retos de los creadores.”
No me dio más contexto. Pero tampoco lo necesitaba. Esa frase encendió una pregunta en mi interior:
¿Estoy construyendo lo que realmente quiero construir? ¿O estoy persiguiendo una solución que no nace del todo desde mi esencia?
A pesar de esa duda, seguí adelante. El desarrollo técnico del MVP avanzaba con la colaboración de mi socio tecnológico. Estábamos a punto de cerrar la primera versión funcional. La entrega estaba prevista para enero de 2025. Ya teníamos fechas, lanzamientos en mente, estrategias planeadas.
Hasta que, de pronto, todo se derrumbó.
Un día antes de la entrega del prototipo, mi socio me pidió hablar. Me confesó, con una honestidad que agradezco profundamente, que no podía continuar. Estaba atravesando una crisis personal, emocional, espiritual… y simplemente no tenía la energía ni la estabilidad para seguir. Me dijo con claridad:
“No soy el socio que tú ni esta plataforma necesitan ahora mismo. No quiero ser un liability. Me tengo que bajar.”
Fue un balde de agua fría.
Yo no soy programador. Yo no se nada de código. Había confiado en su talento para llevar a cabo una visión que habíamos iterado juntos durante meses. Él no solo era el desarrollador, era el traductor de mis ideas al mundo real. Y de pronto, el proyecto quedaba huérfano. Sin tecnología. Sin estructura. Sin fecha de entrega.
Fue un momento muy difícil. No tanto por el “fracaso” en sí, sino por el golpe emocional de sentir que todo se estaba cayendo justo cuando por fin sentía que estaba encaminado.
Pero hoy entiendo que no fue un tropiezo. Fue una señal precisa del universo. Una pausa forzada que, en realidad, me obligó a mirar lo que había estado ignorando:
Que mi verdadero activo no era el producto tecnológico que estaba construyendo.
Mi verdadero activo era mi historia, mi metodología, mi capacidad de conectar y servir desde mi experiencia.
Lo entendí días después, mientras tomaba Business Mastery, mi primer seminario de Tony Robbins. Fue como si las piezas terminaran de encajar.
Como si el “no” de mi socio fuera, en realidad, un “sí” más grande:
Sí a construir desde lo que sí está en mis manos.
Sí a dejar de postergar mi propio liderazgo.
Sí a transformar mi historia en plataforma.
Poner en pausa la plataforma tecnológica no fue un fracaso. Fue una liberación.
Una reafirmación de que todo lo que necesito para comenzar ya vive dentro de mí.
Y así, desde ese espacio de verdad, empecé a rediseñar el rumbo.
Y a construir lo que realmente me emociona:
una plataforma humana, viva y expansiva, al servicio de otros creadores.
El encuentro con Tony Robbins y el rediseño de mi plataforma
Después de mi inmersión en el contenido de Business Masters Live de Oso Trava, mi retiro en Idyllwild y del nacimiento del marco CREATE, seguía procesando todo lo que había vivido. Pero aún me faltaba algo: una perspectiva más amplia. Una estructura que me permitiera pasar de la reflexión profunda a la ejecución estratégica.
Fue entonces cuando apareció Tony Robbins.
La decisión de inscribirme a Business Mastery llegó justo durante el evento de Business Masters Live de Oso Trava, en octubre de 2024. Había escuchado el nombre de Tony durante el evento, en una conversación con otro asistente que me habló de su impacto, su energía y la transformación que había vivido gracias a él. Me llamó la atención. Lo investigué. Vi su documental en Netflix “I am not your Guru”. Y encontré dos opciones para asistir a Business Mastery: enero 2025 en modalidad virtual, o agosto 2025 en modalidad presencial.
Pude haber esperado para vivir la experiencia completa, de manera presencial. Pero algo dentro de mí me dijo que no era momento de postergar. Que si realmente quería llevar al siguiente nivel todo lo que había descubierto en Business Masters Live, y terminar de integrar todo en el desarrollo de mi startup, tenía que seguir caminando con impulso. Así que me inscribí al evento virtual de enero.
Lo que encontré en Business Mastery fue mucho más que un curso de negocios. Fue una inmersión total en una nueva forma de pensar, liderar y actuar.
Tony no solo te entrega estrategias. Te confronta con lo que realmente estás haciendo con tu vida. Con la energía desde la que operas. Con la raíz emocional de tus decisiones.
En uno de los momentos más reveladores, dijo una frase que se me quedó grabada:
“Los negocios no fallan por falta de producto. Fallan por falta de energía, enfoque y liderazgo.”
Esa frase me atravesó. Porque en ese momento yo no tenía producto. Mi plataforma tecnológica estaba en pausa tras la salida de mi socio unos días antes. Pero lo que sí tenía —gracias a mi proceso con Albino, a mi retiro en las montañas y a todo lo que venía integrando con CREATE— era una energía nueva. Una visión. Un liderazgo que empezaba a florecer.
Fue ahí donde comprendí que mi verdadero proyecto no era una app.
Era una plataforma de impacto personal. Era mi voz, mi historia, mi sistema.
Y fue entonces cuando tomé una nueva decisión, aún más poderosa: aplicar para formar parte del Platinum Partnership de Tony Robbins.
Me entrevisté con Scottie, cuñado de Tony. Le conté mi historia, mi misión con CREATE, mi deseo de servir a la comunidad de creadores hispana, y cómo quería llevar estas herramientas a millones de personas que hoy no tienen acceso a este tipo de espacios —ni por idioma, ni por recursos, ni por referencias culturales.
Fui aceptado. Y así comenzó una nueva etapa.
Mi primer evento como Platinum Partner fue en febrero de 2025: Platinum Finance, en Whistler. La experiencia fue transformadora. No solo por los 22 speakers mas prestigiados del mundo de las finanzas. No por Steve Forbes. No por Ray Dalio. No por Peter Diamandis. No por Sam Nazarian. No solo por el contenido técnico y estratégico, sino por la comunidad. Por la calidad humana de quienes me rodeaban. Por la conversación constante entre propósito, prosperidad y plenitud.
En un momento que jamás olvidaré, tuve la oportunidad de acercarme a Tony. Le agradecí, con el corazón abierto, por todo lo que había sembrado en mí. Le conté que mi intención era llevar estos aprendizajes a Latinoamérica. Que sentía el llamado de llevar su conocimiento para que pueda impactar a millones que por las diversas barreras económicas, de lenguaje, y culturales están alejados de herramientas tan valiosas y necesarias.
Tony me miró, sonrió y me dijo con firmeza:
“Well, that’s why you’re here.”
Esa frase cambió todo.
Desde ese día, esa línea se convirtió en mi confirmación.
Estoy aquí para compartir lo que me está transformando. Para construir no desde la perfección, sino desde el compromiso. Para poner al servicio de otros creadores todo lo que estoy aprendiendo y todo lo que me ha dolido, confrontado, nutrido.
Lo que ya se activó es imparable:
Una visión clara.
Un modelo de negocio con alma.
Una comunidad global que me impulsa.
Y un propósito que ya no se puede negar.
Mi plataforma ya no necesita código para existir.
Mi plataforma soy yo.
Y ahora comienza la verdadera expansión.
Crear desde adentro hacia afuera: mi filosofía de vida y de acción
Si algo he aprendido en este camino, es que crear no es solo producir.
Crear es integrarte. Es asumir la responsabilidad de quién eres, de lo que sientes, de lo que has vivido… y transformarlo en algo que sirva a otros.
Durante años, yo creaba desde la necesidad, obligación, urgencia, desde la intuición, desde la supervivencia. Me levantaba con mil ideas, ejecutaba sin pausa, lideraba con fuego… pero sin dirección profunda. No porque no tuviera talento o energía, sino porque estaba desconectado de mi verdadero centro. Creaba desde afuera hacia adentro: desde la expectativa, desde la necesidad de demostrar, desde la lógica del “hacer para valer”.
Hoy mi brújula es otra.
Hoy creo desde adentro hacia afuera.
Desde la claridad de quién soy.
Desde la resiliencia que cultivé en los momentos más duros.
Desde una ejecución consciente, sin drama ni sobrecarga.
Desde la autenticidad radical de mi historia.
Desde una transformación que ya no es aspiracional, sino diaria.
Y desde un empoderamiento que no busca controlar, sino servir.
Esa es la base de CREATE.
Un marco que no nació en una sala de juntas ni en una tormenta de ideas, sino en un proceso real de reconstrucción personal.
Un sistema que me permite sostenerme cuando el caos llega, cuando las dudas aparecen, cuando el miedo toca la puerta.
Hoy entiendo que crear con propósito no es un lujo, es una necesidad.
Porque cuando no creamos desde el alma, el alma se apaga.
Y cuando no le damos estructura a esa alma, se dispersa.
Por eso creo con estructura, pero sin rigidez.
Con intención, pero sin obsesión por el control.
Con estrategia, pero al servicio del impacto.
No me interesa solo lanzar proyectos. Me interesa impactar vidas.
No quiero construir audiencias pasivas. Quiero construir comunidades activas.
No busco validación. Busco conexión.
No persigo éxito como destino. Persigo propósito como camino.
Creo en los negocios como vehículos de transformación personal.
Creo en el contenido como herramienta de expansión de conciencia.
Creo en el liderazgo que no impone, sino inspira.
Y creo que estamos viviendo una época donde más que nunca necesitamos creadores que lideren desde su verdad.
Por eso, mi filosofía no se resume en una frase de marketing.
Se refleja en cómo vivo. En cómo me levanto cada mañana.
En cómo sostengo lo que predico. En cómo comparto, aprendo, caigo y me levanto.
Crear desde adentro hacia afuera no es una táctica.
Es una práctica.
Es una forma de estar en el mundo.
Y es, para mí, la única manera de construir algo que realmente valga la pena.
Las voces que me han formado: mis mentores y referentes
Nadie se transforma solo.
Y aunque el trabajo interno es profundamente personal, muchas veces las claves que necesitamos están en las voces, enseñanzas y trayectorias de otros que ya han transitado el camino.
En mi caso, no siempre estuve abierto a aprender. Ya lo conté: durante años viví en la soberbia de creer que la única maestra legítima era la experiencia, la intuición y el error. Pero una vez que bajé la guardia y abrí el corazón, el universo empezó a presentarme a las personas, ideas y libros que necesitaba para integrar todo lo que me estaba pasando.
Algunos los conocí en persona. Otros a través de sus contenidos, conferencias, libros o plataformas. Pero todos ellos, sin excepción, me dejaron una semilla que germinó en este sistema que hoy llamo CREATE.
Paul Hahn: resiliencia, arte y alquimia emocional
En la travesía de construir mi voz y diseñar esta plataforma humana, pocas personas han influido tanto y de forma tan profunda como mi querido amigo y mentor, Paul Hahn. Paul ha sido una brújula creativa, espiritual y estratégica en mi vida desde mucho antes de que yo entendiera el poder de la resiliencia. Su historia, su sensibilidad y su visión artística —forjada durante más de quince años como manager del legendario dúo Daft Punk— lo convierten en una de las mentes más lúcidas y humanas que he tenido el privilegio de conocer.
Lo conocí cuando ni siquiera sabía que lo necesitaba. A lo largo de incontables llamadas, caminatas, cafés y charlas interminables llenas de honestidad brutal, preguntas poderosas y silencios significativos, Paul me ha acompañado a navegar momentos personales, profesionales y existenciales. Ha estado allí cuando necesitaba sostén, y también cuando necesitaba sacudidas. Nuestra amistad no solo me ha ofrecido perspectiva y claridad, sino también una conexión profunda con el arte de la resiliencia como una forma de alquimia emocional: convertir el caos en propósito.
Paul no solo me ha aconsejado en los momentos de crisis de mis proyectos, sino que me ha modelado con su ejemplo lo que significa levantarse en medio de la adversidad más cruda. He sido testigo del proceso emocional tras la enfermedad y recuperación de su hijo, del duelo que vivió tras la separación definitiva de Daft Punk, y más recientemente del devastador incendio en Altadena, California, que afectó su hogar, la comunidad donde vivía su hijo y su vida cotidiana. Lejos de derrumbarse, Paul transformó ese dolor en aprendizaje colectivo, articulando su experiencia no como víctima sino como líder comunitario, como padre y como artista.
En una de nuestras conversaciones, me dijo algo que me marcó para siempre:“This is what I learned... It was going to be a three-year process for us. Well, I learned to pace myself. It’s the only way.”
Pace yourself. No hay frase más potente para quien ha vivido acelerado, empujando cada proyecto como si el mundo se fuera a acabar mañana. Paul me enseñó a detenerme para poder continuar, a encontrar el ritmo interno en medio del ruido externo, a honrar la pausa como parte del proceso creativo y de vida.
Fue también él quien, en su generosidad y entusiasmo, me empujó a lanzar mi podcast y a definir la narrativa que ahora da vida a Game Changers. Desde el principio entendió que mi historia personal, mi energía, mi autenticidad como entrevistador y mi obsesión por aprender podían ser el corazón de este proyecto. Me dijo: “Lo que necesitas hacer es simplemente ser tú mismo. Porque tu entusiasmo es contagioso y auténtico. Y eso es oro puro.”
Sus palabras no solo me impulsaron a grabar el primer episodio, sino que me ayudaron a organizar todo el planteamiento estructural y narrativo del podcast, dándole forma a lo que hoy empieza a tomar cuerpo como plataforma y como llamado.
Paul es resiliencia encarnada. Es el alquimista que transforma el humo de un incendio en claridad estratégica. El artista que toma las ruinas y las convierte en narrativa. El amigo que escucha, que guía, que pregunta. Que aparece cuando más lo necesito y desaparece cuando es momento de que yo mismo me encuentre.
Si hoy tengo el valor de contar mi historia, de compartir mi proceso, de lanzar mi voz al mundo como creador, es en gran parte por la fe silenciosa pero persistente que Paul ha tenido en mí. Y por el espejo que me ha ofrecido para ver que la resiliencia no es volver a lo que eras, sino convertirte en quien estás llamado a ser.
Y por supuesto, no puedo dejar de mencionar como fuente de inspiración a los invitados que serán parte de Game Changers. Porque cada conversación con ellos será una conversación conmigo mismo. Cada historia que me comparten me transformará un poco más.
No estoy construyendo solo.
Estoy caminando sobre los hombros de gigantes.
Pero lo que estoy haciendo ahora, con CREATE, con Game Changers y con mi marca personal, es integrar, interpretar y reinventar todo eso para crear algo completamente mío.
Esa es la verdadera alquimia del creador:
honrar a sus mentores, sin dejar de convertirse en su propia voz.
Vivir en expansión: el compromiso con lo que viene
Todo esto que estoy escribiendo —este whitepaper, esta bitácora de vida, este manifiesto en evolución— no es un cierre.
Es un comienzo.
Porque después de todo lo que he vivido, aprendido, derrumbado y reconstruido, he llegado a una verdad sencilla pero profunda:
la vida se expande cuando tú te expandes.
No estoy aquí para construir un imperio personal. Estoy aquí para construir una plataforma colectiva, una comunidad de creadores en el sentido más amplio del término. Personas que no solo quieren monetizar su talento, sino vivir con propósito, libertad, estructura y expansión.
Lo que comenzó como un proceso de orden interno —mis sesiones de coaching, mi retiro en Idyllwild, el descubrimiento de CREATE, mi decisión de pausar la plataforma tecnológica, la conexión con Tony Robbins y todo el ecosistema de crecimiento que ahora me acompaña— me llevó a descubrir lo que verdaderamente quiero crear:
Un espacio.
Un lenguaje.
Un camino compartido.
Y este camino no lo quiero recorrer solo.
Este whitepaper no es solo para mí.
Es también para ti, si estás buscando rediseñar tu vida desde adentro hacia afuera.
Es para ti, si sabes que tienes algo valioso que ofrecer, pero te falta estructura o claridad.
Es para ti, si sientes que estás listo para dejar de sobrevivir y comenzar a construir con intención.
Y cada cosa que lance al mundo será una extensión de este mismo mensaje:
No necesitas validación.
Necesitas visión.
No necesitas un millón de seguidores.
Necesitas comunidad.
No necesitas esperar a estar listo.
Necesitas empezar a caminar.
Quiero ayudarte a construir tu propio whitepaper.
Quiero que tengas tus propias palabras, tu propia metodología, tu propia historia al servicio de otros.
Y quiero que lo hagamos juntos, en comunidad, como una familia en expansión.
Porque crear con propósito no es una etapa.
Es una forma de vivir.
Y mientras yo siga respirando, seguiré expandiéndome.
Y al hacerlo, expandiré también todo lo que está a mi alrededor.
Ese es mi compromiso.
Conmigo.
Contigo.
Y con cada creador que esté listo para recordar que el verdadero poder está en su historia.
A darle, Manuel! Tus palabras hace mucho eco en como me he sentido y por lo que empecé mi Substack y los proyectos que traigo en la mira: meramente lo que honestamente soy. Y, curiosamente, también estuve en el Reto "Gana tu Mañana" de Oso Trava, jaja.
tu plataforma no necesita código porque tu plataforma eres tu 🙌